RELATOS ENTRE CUATRO PAREDES
La
soledad no puede compartirse
Ni
siquiera entre dos especies diferentes
LA ARAÑA EN LA PARED
Inmundicia,
viseras putrefactas del mundo que se ha olvidado de mi existencia, respiro un
aire húmedo con sabor a moho que emana entre las paredes frías de mi habitación.
Sobre el escritorio, sobre el suelo y la cama se ve reflejada mi condición con
las señales previas entre mi existencia y mi extinción.
Habito
en un desorden que se desborda por tardas partes, así también se desbordan mis
pensamientos junto a mis sentimientos que caen al despeñadero que los acoge con sus piedras
filosas al danzar de sus cuerpos fríos mientras llegan al fondo de su negrura,
donde mueren lejos de mí.
Siento
el sudor de mí piel viscosa como un gusano con sus ropas puestas, mi extenso órgano
pálido que se ha negado a revivir el calor del sol sobre si.
Sobre
la mesa el cuerpo de cientos de papeles arrugados y debajo de ella cientos más, como las hojas de un árbol que ha
dejado de dar frutos, rotos, despedazados perdieron su forma, su origen, su
valor, sus almas, algunos solo fueron munición en mis manos tratando de
bombardear el cesto a pocos metros, la mayoría no logro su encomienda, pero al
poco tiempo la minoría sobre paso el limite del basurero y ahora están por
todas partes, basura, poéticamente basura.
Todo
esto, las murallas herméticamente cerradas de mi habitación, el largo y
terrible otoño de desprendimiento, son
los símbolos de mis letras muertas, en la depresión asfixiante de una cárcel
impuesta por mí, el suspiro es un lejano recuerdo. Tan solo emano quejidos,
lamentos de un dolor agudo, dolor entregado a la desesperanza.
¿Pero
quien se atreve a interrumpir mi estado de melancolía perpetua, que mísera
partícula de vida, se atreve a profanar mi exilio al dolor?, mi impostergable
caída a la extinción.
De
pronto siento sus incontables ojos mirándome directo al corazón. Ha bajado a
verme, a ser el único público de mi Apocalipsis personal. Colgando de un hilo
invisible, te has detenido, justo enfrente de mí.
Araña,
has dejado tu mundo solitario, para venir a verme o es acaso que vienes a
reñirme, retas a tu suerte y a mis deseos de soledad, ahora aguardas inerte
justo frente a mis ojos. ¿Qué buscas?, ¿qué deseas?, tu diminuto cerebro te ha
jugado chueco, pensaste que ya estaría muerto y deseabas probarme, conocer el
sabor de un poeta muerto, ¡que antojo tan tétrico te ha traído aquí!.
Araña
es que deseas un enfrentamiento, no me importaba tu existencia relativa
mientras eras pasiva espectadora desde tu rincón, pero ahora que te haces
presente ante mis ojos como podría ignorarte, como no podrás ignorarme a mi, ¡nunca
mas!. Lo se, lo supe desde el momento en que te detuviste colgando en tu fina
telaraña que solo alcanza a sostenerte, pero que tiembla frete a mi aliento.
La
soledad no se puede compartir con nadie, ni siquiera entre dos especies
diferentes.
Háblame
araña, di algo o deja de mirarme por que se que me vez, se que conoces mi
presencia.
Maldita
acaso crees que puedes ignorarme, diminuto ser, dimita cosa de ocho patas.
Si
tan solo trajeras contigo un presente, no lo se, un veneno mortal que entrara
por mis venas y me diera la paz al fin, te lo agradecería de veras, pero ¡oh no
tienes veneno para mi! es por eso que comienzo a aborrecerte más y más me desespera tu existencia hasta el aliento
mas profundo.
Araña,
araña, di por que te posas frente a mi, dilo ahora o sufre las consecuencias,
maldita seas por traerme de regreso al mundo que deseo olvidar, encerrado en mi
cuarto entre las cuatro paredes que me esconden, me protegen y me condenan al
suplicio, di algo, dime cualquier cosa o te matare.
Crees
que no puedo hacerlo, que no tengo el valor de arrebatarle la vida a un
inocente, no importa no importas tu, lo entiendes, ¡lo entiendes!
Si
no lo entiendes entonces, entonces, cierro el puño con ira con todo mi dolor
sobre el, carga de frustración en un solo puño, y golpeo con toda mi cólera,
con todo mi dolor, mi pesado puño cargado de lágrimas estériles, tiembla al
momento de golpear tu pequeño cuerpo de ocho patas, entonces araña
Entonces
¡MUERE!---
Silencio,
absoluto silencio, el eco del golpe seco se marcho demasiado rápido, su eco se
evaporo con la misma velocidad del golpe.
Nuevamente
me invade la soledad, nuevamente el peso en mi corazón me asfixia, el cadáver
pegado en una diminuta parte de mi mano, me hace sentir miserable.
Silencio,
soledad que me devora, entonces es ahora entonces, cuando lloro, cuando me
desmorono, cuando me desarmo, cuando lo dejo todo y la desesperación me mata
sin matarme.
Araña,
araña maldita, araña, tan pronto comienzo a extrañarte…
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