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martes, 19 de enero de 2016

UNIVERSO


La casa es un universo en retrospectiva,
la chimenea de la sala es un sol
a veces muerto
y otras veces lleno de vida.

Al calor de sus brasas,
cuerpos celestes se cobijan.

Son sus cenizas
cálidos recuerdos siempre tibios.

Figuras de astros viejos y nuevos
desfilando por las repisas
los muros son un cielo estrellado
de eventos cósmicos.

Es la cocina nuestra vía láctea,
lactosa derramada,
galaxia de huevos fritos,
nebulosas de orégano
y astronautas de jengibre.

Planetas de aromas
lunas de pimienta negra,
hierba buena y sal
en la sopa del día a día.

Sentimientos que se mezclan
en sistemas solares,
viejos sabores
añejando las paredes de adobe.

Es el comedor
un corredor de metáforas,
un lugar de paso reglamentario
para todos los astros
cometas viajeros,
estrellas fugaces
y asteroides mutantes.

Sobre la mesa los tulipanes del mundo.
Silencio…
El universo está pensando,
se sienta, come, respira,
ama en un silencio sagrado.

Cuando los astros hablan
el tiempo se mueve,
las estrellas viajan,
los cometas pasan
y su estela nunca vuelve.


A veces los soles se apagan,
y nacen nuevas estrellas de plata.

Nada, nunca, está vacío del todo.

Nacemos, morimos,
existimos a lo mucho
como un bin bang en los ojos de otros,
en la misma casa,
en la misma sala
donde mi infancia se quedó dormida,
en los rincones del universo,

“mi hogar”.